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Mi Filosofía Educativa

  • Jaime Rodríguez
  • 25 feb 2018
  • 6 Min. de lectura

Términos claves:

  1. Sociedad (justa) [1]

  2. Conocimiento [2]

  3. Educación moral [3]

“El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.” – Paulo Freire

Para comenzar a desglosar lo que es mi filosofía educativa, es necesario explicar dónde y cómo me posiciono yo en mi entorno social, en mi sociedad, y cuál es mi visión sobre una sociedad justa. [1] Las sociedades justas, son justas cuando todos y todas tenemos igualdad de oportunidades, tenemos acceso a los derechos fundamentales del ser humano: educación, salud, seguridad y vivienda, sin distinción de razas, religiones, sexo, género, orientación sexual o clase social. La escuela juega un papel muy importante en ella, no porque es el lugar donde se forjan las sociedades justas, sino porque es el lugar que debe proveerle los recursos necesarios a los y las estudiantes, para que así ellos/as transformen el mundo y lo encaminen hacia uno más justo y solidario.


En Puerto Rico, el sistema en el que está construido el Departamento de Educación, no es de beneficio para los/as estudiantes. Con el pasar de los años hemos visto la ineficiencia de esta agencia, que por deseos de obtener lucros personales a través de sus puestos, se olvidan del bien de la comunidad estudiantil. Estas conductas neoliberales atrasan el desarrollo académico de todos los jóvenes. Con el cambio de Gobierno, se cambian los puestos, con el cambio de puestos –y de colores—se cambia el currículo de enseñanza adaptándose a las ideologías de cada cual. No podemos percibir lograr una sociedad justa partiendo de esta realidad, y las escuelas no pueden darse el lujo de seguir estos pasos, que claramente continúan cosificando a nuestros jóvenes. Así lo describe Paulo Freire en una de sus obras más importantes, La Pedagogía del Oprimido (1968), donde hace referencia a la educación bancaria, y enfatiza la importancia de la educación problematizadora. De acuerdo con Freire en sus planteamientos, el ser humano no puede tratarse como un envase en el que el educador deposita conocimiento e información, para que el educando se lo devuelva tal cual el día de la evaluación.


Aquí entramos en caracterizar lo que es el conocimiento. [2] La Real Academia Española lo define como la acción y el efecto de conocer. Yo lo defino como las ideas que uno adquiere y/o posee a través del estudio –de algo o alguien—para facilitar el trabajo, o el cambio social según nuestro entorno. El conocimiento suele ser relativo, pues no todos/as somos expertos en la misma materia. Algunas personas conocen la política de su país, pero no entienden la política de otro país.

Esto no los hace más, ni menos inteligentes. Simplemente no han vivido o experimentado ciertas cosas como para hablar de ellas y dominar el tema. Para construir el conocimiento hace falta disciplina, práctica y diálogos. Es muy importante el intercambio de ideas entre los/as estudiantes para que surja el conocimiento.


¿Cómo yo –como futuro educador—hago que esto suceda?

Es importante establecer entendimiento con los estudiantes y conocer lo que cada cual trae a la mesa, pues no todos/as tienen la misma capacidad intelectual para aprender. En mi caso, que enseñaré historia y sus vertientes, planteo alejarme de lo que tradicionalmente una clase de historia llevaba al salón de clases: biografías, definiciones, fechas y personas ilustres. No porque sea menos importante, sino porque la historia tiene que dejar de verse como algo que ocurrió y ya. ¿Por qué ocurrió? ¿Cómo ocurrió? ¿Quiénes lograron que ocurriera? ¿Qué hacer para evitar que ocurra nuevamente? Estas son preguntas que cada uno/a nosotros/as debemos hacernos siempre que leemos de historia. Discutir en clase todo lo cuestionado, debatir, y al finalizar reflexionar sobre lo aprendido en clase. De esta manera, cada estudiante puede desarrollar, basado en su criterio, cómo aportar para una sociedad más justa.


La perspectiva de género como herramienta para una mejor sociedad a través de la educación:

Vital. Más en tiempos tan turbios y en una sociedad tan patriarcal. Para una sociedad más justa, hay que erradicar el patriarcado y el machismo. Pero, ¿cómo logramos esto a través de la educación? Mencionando en clase más mujeres científicas, más mujeres poetas, más políticas, etc. La mujer ha sido mal narrada desde el comienzo de los años. No tan solo narrada, sino que tratada, también. Los/as maestros/as deben tomar ese espacio que tienen como educadores y educadoras, para hablar sobre las desventajas que tiene la mujer en esta sociedad. De los 1.2 millones de personas que viven bajo la pobreza en los Estados Unidos, no es casualidad que más del 70 % son mujeres. Estos datos hay que mencionarlos para que los/as estudiantes estén al tanto de cuanta desigualdad hay en el mundo, y hacerlos cuestionarse el por qué. Una educación, sin el por qué, es una educación a medias. El por qué durante el estudio es una pregunta fundamental porque es revolucionaria. Puede tener como fin el inicio de un cambio, o al menos la idea de que algo debemos cambiar.


La educación moral juega un papel importante. La defino como [3] un proceso de aprendizaje que permite a una comunidad practicar los valores humanos (respeto, amabilidad, cortesía, justicia, etc.). Sucede que cada sociedad tiene sus propios valores establecidos y no necesariamente son los mismos. A mí nunca me enseñaron la solidaridad como moralidad, y de todas es la más importante que considero. Con la solidaridad y la empatía definitivamente nos acercaríamos a una sociedad más justa.


La escuela tiene que alentar a sus estudiantes y motivar a cada uno/a de ellos/as a que les interese la materia de la que se habla en el salón de clases. No puede ser un proceso de “lee y contesta”. Por tal razón, no creo que los exámenes son la manera más efectiva de evaluar el aprendizaje de un estudiante. ¿Realmente evaluamos el aprendizaje o su responsabilidad de estudiar un tema que probablemente en la próxima semana ya ni lo recuerde? Creo más en exponer. Ensayos, monografías tal vez, o presentaciones orales, discusiones. De esta manera el estudiante pone en uso sus sentidos. Así aprende a desarrollar el proceso de redacción, el proceso de escritura, el proceso de reflexión. Obligas al estudiante a pensar qué escribir, qué decir y no se circunscribe a las preguntas que tú hagas en un examen porque tiene más libertad de ideas.


De paso establezco, que la educación no se debe ejercer solamente en un salón de clases. Tampoco debemos tener una matrícula para convertirnos en estudiante. El día a día es una escuela desde que se nace hasta que se muere y tampoco debemos esperar por nadie, o encajonarnos en una escuela para aprender. Por eso creo en una educación autogestionada. Si el término no existe, pues ahora yo lo creo. Una educación autónoma, que no dependa de nadie, sino que de uno mismo o de un colectivo. Aquí vienen los famosos círculos de estudio, dónde personas se reúnen para estudiar sobre un tema en específico sin necesidad de un maestro/a, profesor o títulos. Simplemente interés por la búsqueda del conocimiento. Una educación que no se inclina solamente a lo asignado en clase.


Conclusión:

Aristóteles menciona en La Política que debemos cuidar de la educación y que el examen es confuso. También que debemos legislar para la educación. Platón, la educación nos libera de las cuevas a las que estamos sometidos que nos hacen ver lo que el sol nos proyecta. Para Freire, “nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo”. Con esto concluyo, recojo las tres ideas. No, no creo en la educación bancaria y la educación puede liberarnos como bien establece Platón, sin embargo, Aristóteles no estaría feliz gobernando en Puerto Rico ya que aquí nadie legisla para la educación y tampoco la cuidan. Por eso yo propongo transformar la realidad en la que vivimos cuestionándonos el por qué de las cosas y, construyendo educación desde la auto-gestión. El diario vivir es la escuela misma, salgamos a problematizarla y cuestionarla. Luego la transformamos.

Bibliografía

  1. La Pedagogía del Oprimido: Concepción Bancaria y Concepción Problematizadora, (1968), Paulo Freire

  2. La Política: Libro Octavo, Aristóteles

  3. La República, Alianza Editorial, (2000), Platón


 
 
 

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